La organización de la plaza queda establecida con el primer ejercicio, el plano ordenador. A un lado ha quedado el tránsito frenético de Piazzale Roma, detrás se esconde una pequeña plaza, de carácter más doméstico, ligada al ritmo cotidiano del barrio y sus habitantes. La biblioteca proyectada pretende terminar este nuevo recinto urbano, cualificándolo.
Muy próxima al canal, toma para su desarrollo las dos direcciones de su margen, y sus perpendiculares. Con un gesto, termina aislando el espacio ajardinado de los parterres, recuperando la idea del jardín secreto veneciano. A este se volcará el espacio principal de la sala. Aprovechando el proyecto anterior, se diferencia una pequeña parte que servirá como espacio verde para la zona infantil.
La forma compleja ayuda a articular un recorrido durante el cual el visitante vaya experimentando distintas sensaciones, ya sea debido al carácter de los diferentes espacios, su contracción/dilatación, por dónde y cuándo entra la luz, la percepción y los sucesivos descubrimientos acerca del jardín interior, que acaba percibiéndose en su totalidad una vez en la sala de lectura, o el cruce de vistas al jardín y a la ciudad.
La sala principal, varias veces mencionada, se estructura de manera escalonada, un espacio con sucesivas diferencias de cotas para ser recorrido. Íntimamente ligado al jardín, a él vuelca sus grandes ventanales. Punto de culminación, se descubre finalmente la densa masa de árboles, la luz tamizada y el color verde, que inunda la totalidad del espacio, del suelo al techo. A su alrededor, la última plataforma, que lo abarca y permite al visitante ir observándolo desde distintos puntos de vista para terminar de comprenderlo. Desde aquí se abren además distintas zonas para mirar hacia el Gran Canal y la ciudad, que pueden mezclarse con las vistas al jardín.
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